El castillo de Bran, una de las atracciones turísticas más visitadas de Transilvania, está encaramado en un acantilado sobre el valle circundante, en el destino turístico de Bran. La construcción de la fortaleza se remonta al 19 de noviembre de 1377. Diseñado como fortaleza fronteriza, el castillo perteneció a Brasov durante un largo periodo de tiempo, aumentando el tesoro de la ciudad.
Un puente móvil servía de entrada a esta imponente estructura con cuatro torres. Pasadizos góticos, silenciosas y estrechas escaleras talladas en piedra, cámaras con techos arqueados, arcadas y otros elementos arquitectónicos forman una construcción asombrosa. Se prestó especial atención al castillo de Bran tras ser donado a la familia real rumana. La reina María ordenó la renovación del castillo, que se convirtió en su hogar y refugio favorito.
El castillo es un museo abierto al público
El lugar se ha hecho famoso con el tiempo y el castillo es ahora un museo que exhibe arte feudal (pinturas murales que datan de 1512), armas (un cañón de 1601), alfombras y muebles renacentistas y barrocos, la Sala de Música de la Reina María y sus elementos góticos medievales.
Los turistas pueden visitar el interior por su cuenta (hay entradas disponibles) o mediante una visita guiada. Al pie de la colina se abrió un museo etnográfico al aire libre que evoca la vida de los habitantes de los pueblos de Bran. Se exponen objetos domésticos, cerámica, muebles y trajes tradicionales.
El Museo de las Aldeas, situado en el patio del castillo, invita a realizar un viaje en el tiempo para comprender cómo vivía la gente en la región de Rucar Bran y conocer las tradiciones y los acontecimientos importantes de su vida.
La leyenda de Drácula
El castillo es ampliamente conocido fuera de Rumanía como el Castillo de Drácula. La leyenda que realzó la reputación del castillo fue la historia de Drácula, asociada a Vlad el Empalador, el voivoda rumano de Valaquia.
El mito de que este lugar fue antaño el hogar de Vlad Tepes se creó en torno a la novela gótica Drácula, de Bram Stoker, que presentó al personaje del conde Drácula. No hay pruebas de que Stoker viajara a Rumanía ni supiera nada de este castillo.
Además, desde una perspectiva histórica, el castillo de Bran tiene vínculos extremadamente limitados con Vlad Tepes; la mayoría de los historiadores coinciden en que Vlad Drácula nunca fue propietario del castillo ni vivió en él. A pesar de que las historias no son ciertas, el castillo sigue siendo un lugar encantador para visitar. En la actualidad, es una popular atracción turística que ha conseguido promocionarse como el Castillo de Drácula.
Historia del castillo de Poenari
El castillo de Poenari es otro lugar vinculado a la leyenda de Drácula. La historia de la ciudadela de Poenari comienza con Negru Voda, el voivoda que construyó una torre en el siglo XIII, siguiendo su deseo de proteger el norte de Valaquia.
Vlad el Empalador descubre el lugar en 1456 y decide que un sitio tan bueno merece una mejor explotación, por lo que repara y consolida la estructura añadiendo cuatro torres, unidas por sólidos muros de ladrillo, estableciendo aquí su segunda residencia, después de Targoviste. En realidad, Vlad tuvo que restaurar la estructura original, gravemente dañada por el gran terremoto que tuvo lugar en 1446.
La ciudad está asociada a muchas leyendas e historias. Cuenta la leyenda que se creía que Tepes era un gobernante cruel y despiadado (y probablemente lo era) y que los boyardos conspiraron para matarlo. Sólo Vlad descubrió su plan y les obligó a marchar de Targoviste a Poenari para trabajar en la construcción de la fortaleza. Además, algunos boyardos fueron empalados. Ésta era una práctica común durante la Baja Edad Media, utilizada también por Vlad Tepes como método de ejecución y tortura.
Mucha gente asocia el nombre de Tepes con Transilvania y Sighisoara. El mito cobró interés mundial después de que el escritor irlandés Bram Stoker publicara la novela Drácula.
Aún así, ¿dónde está enterrado el malvado gobernante de Valaquia?
De hecho, su última morada se encuentra cerca de Bucarest, en el monasterio de Snagov. Aquí, en la iglesia situada en medio del lago Snagov, sobre un montón de tierra, se encuentra la lápida de Vlad Tepes, enterrado en 1476. Snagov se había convertido en uno de los lugares favoritos del soberano, después de que éste decidiera trasladar la capital de Valaquia de Târgoyvişte a Bucarest.
El monasterio tiene además la ventaja de estar situado en una isla, lo que permitió al gobernante construir túneles subterráneos, escondiendo y protegiendo aquí sus riquezas. Paralelamente, Drácula ordenó la construcción de cámaras de tortura, donde miles de enemigos fueron condenados a muerte.